miércoles, 18 de junio de 2003

El terror se vuelve más crudo

Con la entrada del tercer milenio surge una nueva manera de hacer cine de terror. Historias que siguen los patrones del slasher clásico (protagonistas jóvenes, asesinos en serie, etc.) pero con un estilo más realista, no en el fondo de la trama, sino en la forma de contarla. Incluso aparece un nuevo término para categorizarlas: torture porn (acuñado por David Edelstein en la New York Magazine en el año 2006). Resultan películas más festivaleras que comerciales por sus imágenes de violencia explícita, incluyendo no pocas escenas gore, y sin apenas ningún momento cómico que relaje un poco la tensión que se genera durante toda la acción. También habría que destacar que este nuevo estilo surge y se desarrolla fuera de los Estados Unidos, que hasta el momento había sido el epicentro del cine de terror adolescente.
Los ejemplos más claros se pueden apreciar en las francesas Alta tensión (Haute tension, 2003, Alexandre Aja) y Ellos (Ils, 2006, David Moreau y Xavier Palud), la belga Calvario (Calvaire, 2004, Fabrice Du Welz), la británica The descent (The descent, 2005, Neil Marshall) y la australiana Wolf Creek (Wolf Creek, 2005, Greg McLean). Estos dos últimos títulos han tenido sus correspondientes secuelas, lo que resultaba inevitable debido a las buenas críticas recibidas.


Prácticamente al mismo tiempo surgían en Estados Unidos las sagas de Saw (Saw, 2004, James Wan) y Hostel (Hostel, 2005, Eli Roth).

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