domingo, 16 de noviembre de 2014

No entres dócilmente en esa noche quieta

Desde el año pasado el género de la space opera ha experimentado un resurgimiento gracias a películas bastante espectaculares visualmente y con una temática un poco más pretenciosa que sus antecesoras en la ciencia-ficción. Algunas de las influencias más próximas en el tiempo serían Horizonte final (Event horizon, 1997, Paul W. S. Anderson), de la que Interstellar copia la explicación (doblando un papel) de por qué viajar a través de un agujero de gusano reduce las distancias, y sobre todo Sunshine (2007, Danny Boyle), aunque estos dos referentes previos incluyen elementos de terror de los que se va a prescindir en estos films más recientes.

A día de hoy se siguen estrenando largometrajes con carácter puramente comercial y dirigidas a todos los públicos, como Pacific Rim (2013, Guillermo del Toro) y Guardianes de la galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014, James Gunn), que están sirviendo de calentamiento hasta el esperado regreso de los nuevos episodios de la saga de Star Wars.

Evidentemente también hay que tener en cuenta las películas que narran batallas contra amenazas extraterrestres y basan todo su potencial en escenas de acción, como se puede comprobar en Invasión a la Tierra (Battle: Los Angeles, 2011, Jonathan Liebesman) y Al filo del mañana (Edge of tomorrow, 2014, Doug Liman). A medio camino entre estas últimas y en las que se va a centrar este post se sitúa Elysium (2013, Neill Blomkamp), la cual resulta fallida en casi todos sus aspectos.

Oblivion Gravity Interstellar

Las películas que quería destacar en concreto son 3, y al igual que las mencionadas anteriormente Sunshine y Elysium, tienen como título una sola palabra que no se llega a traducir, quizá buscando una evocación que resulte más trascente al nombrarlas. En ellas se puede apreciar un intento de lograr el mayor realismo posible, aportando gran cantidad de datos (pseudo)científicos, aunque la historia transcurra en el espacio y en un futuro más o menos lejano, empleando un estilo lo más elegante y elaborado posible, casi como si pudiera considerarse cine de autor, prescidiendo de las típicas escenas de tiros y explosiones made in Hollywood a lo Michael Bay.

Y un elemento indispensable que hay que destacar, porque aumenta la épica y espectacularidad de estos estrenos en los momentos de clímax, son sus increíbles bandas sonoras.

Oblivion (2013, Joseph Kosinski) - M83
Lo mejor: Cuando el protagonista se da cuenta de que no está trabajando para quien le han hecho creer, con lo que desde ese momento sus recuerdos están en un contexto diferente y ahora los puede interpretar correctamente.

Gravity (2013, Alfonso Cuarón) - Steven Price
Lo mejor: Cada vez que se cruzan con la órbita de los restos de una explosión que sufrieron con anterioridad, y la reentrada en la atmósfera terrestre de la cápsula.

Interstellar (2014, Christopher Nolan) - Hans Zimmer
Lo mejor: Las olas del planeta del agua, y la maniobra de acoplamiento girando justo después de la escena de la explosión sorda.


No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.

Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo
con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.

Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.

- Dylan Thomas


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